Una de las costumbres mas arraigadas en los Argentinos es el clásico asado: muchas familias eligen esta comida no solamente para deleitarse con los placeres de comerla, sino también está asociado con una forma de vivir que incluye juntarse en familia o amigos para tomar un rico vino, comer una picada previa, mirar fútbol y disfrutar de un domingo con quienes mas queremos.
En mi caso, de pequeño soy un amante de todas las variantes y cortes que impliquen hacer un buen asado: una buena tira de asado es mi comida favorita pero complementada con vacío, achuras, matambre, pollo, cerdo, vegetales a la parrilla y muchos cortes mas que se pueden conseguir en la carnicería es casi el paraíso.
Fuera de ello, hasta que me mudé le hice companía a la parrilla en lo de mis padres en numerosas reuniones de familia y amigos, preparando inicialmente el fuego con diarios y pequeñas maderas, para luego aumentar el grosor de estas últimas y finalmente agregar el carbón. La verdad que esta es una de las partes que mas disfrutaba del asado, esa «batalla» que deberá estar en nuestra sangre desde antaño contra el fuego para encender todo de manera pareja y avivar la llama con el fin de que no se te apague, como así también el uso de diferentes tácticas para encenderlo cuando no hay madera (con diarios enrollados en forma de volcán tapados con carbón, con maderas, etc.). El punto es que luego de mudarme, tuve una parrilla con asador bastante grande como para continuar con ese vicio de hacer algún asado, pero ahora que me mudé a un departamento las cosas han cambiado. Una condición para mudarme era que tenga parrilla, pero ahora la parrilla funciona a gas (es una parrilla con 4 mecheros, de aproximadamente 1,5 mts.) por lo que les voy a contar las ventajas y desventajas entre una y la otra.
Limpieza: tanto la parrilla a gas como la de carbón implican la misma limpieza de la superficie, creo que es un poco mas fácil igual la de carbón ya que prendiendo un fuego violento debajo la parrilla queda reluciente, pero con la parrilla a gas no tenemos los restos de cenizas debajo.
Cocción: la cocción en ambos casos es pareja ya que el tiraje de calor de las dos parrillas es bueno, pero la parrilla a carbón tiene la ventaja de permitirte «sectorizar» el calor en diferentes lugares cuando no podés hacerlo con los mecheros de la parrilla a gas, ya que el calor es homogéneo salvo que prendas todos los mecheros a diferentes temperaturas.
Consumo: no se cuanto consumen las parrillas a gas (todavía no me llegó la factura), pero creo que el valor debe ser similar al de una bolsa de 5 kg de carbón. Lo bueno de la parrilla a gas es que no te vas a quedar sin fuego nunca (salvo que De Vido haga algo raro…).
Aroma: En ambos casos la comida queda bien rica, pero con el carbón podemos jugar con diferentes tipos de leña para aromatizar la comida (el uso de piquillín, quebracho u otras maderas da otro gusto a la comida).
Olor y humo: la ventaja de la parrilla a gas es abismal contra la de carbón: no hay humo, solo olor a comida cociéndose.
En resumen, las dos parrillas tienen sus pros y contras. Yo considero una parte esencial del asado el prender el fuego inicialmente, pero creo que me iré acostumbrando a la facilidad que brinda tomar un encendedor y prender en un segundo el fuego sin necesidad de andar luego limpiando la ceniza ni tampoco quedar con olor a humo en todos lados, pero mientras escribo sigo pensando lo lindo que es prender un fueguito mientras charlas y tomas un vino. Por otro lado, las parrillas a gas cuentan con la ventaja de ser mas versátiles, ya que vienen con planchas para poder hacer otras cosas como pizzas, pan, huevos, pescados, etc.